sábado, 9 de julio de 2011

razas de perros

La caza al rastro es la respuesta que determinadas razas caninas dan a los estímulos químicos exógenos, capaces de crearles una motivación, que traducida en autonomía (movimiento), les impulsa a seguir una pieza sobre los efluvios que depositó en el medio amibente.

La modalidad de caza que más ha caracterizado al mundo británico esla caza a caballo con perros de rastro.
La causa inicial de toda acción se encuentra siempre en una estimulación sensorial externa, es la respuesta a una estimulación del medio. Si nos paramos a pensar en ello, vemos que inicialmente el trabajo del perro de rastro es sencillo, brindar una conducta (seguir un rastro) ante una estimulación; la educación a la que sometamos será la causa determinante de que desprecie cierto estímulos (una liebre) y trabaje sobre otros (un jabalí).
Toda estimulación recibida a través de los sentidos, en este caso el olfato, que se han ido desarrollando y perfeccionando mediante la selección, una mejora que hemos potenciado en el perro para nuestro beneficio gracias a la capacidad que tenemos de manipular la especie empleando la crianza dirigida.
La estimulación se traduce en autonomía, dije antes, y paso a explicarlo. Al olfatear la pieza de caza en el perro se produce un cambio de energía, el olor de la salvajina penetra por las vías olfativas y se transforma en impulsos nerviosos. Las sustancias aromáticas son partículas, por lo general gaseosas, que se depositen sobre la superficie del campo o son conducidas por el aire, cuando se disuelven en la humedad de las fosas nasales del perro (epitelio olfatorio) provocan un estímulo que es conducido hasta el bulbo olfatorio mediante prolongaciones nerviosas. El bulbo es una porción anterior del cerebro que se ocupa de la percepción de los olores y que procesa e interpreta la información recibida.
Objetivamente no hay razón de peso para opinar que pueda tener más cualidades una raza de rastro británica o una francesa
El bulbo olfatorio trata y codifica esta información y la dirige a estructuras superiores del cerebro, quien procede en consecuencia, desechando o concentrándose sobre el olor, al que el perro dará la respuesta adecuada: seguir la pista o desdeñarla. Un complicado proceso que se realiza en décimas de segundo gracias a la evolución, pues en un pasado remoto la lentitud en este proceso implicaba tanto la pérdida de alimento (pérdida de la pieza de caza) como la propia vida ante el predador no detectado. Así el olfato en la especie canina se convirtió en su principal sentido, ampliando su uso no sólo a la búsqueda de alimento, también al reconocimiento del propio territorio y la búsqueda de la hembra para la reproducción.
Razas británicas
No todas las razas de rastro inglesas gozan de reconocimiento de la F.C.I., puesto que el Kennel Club, la asociación cinológica del Reino Unido, no pertenece a esta federación. Las que sí tienen tal categoría son: English Foxhound; Otterhound; Harrier; Basset Hound; Beagle.
La modalidad de caza que más ha caracterizado al mundo británico, la caza a caballo con perros de rastro, es foránea de aquel país. Los nobles normandos introdujeron en Gran Bretaña, en la Edad Media, el estilo de caza a la francesa(chasse a courre), donde el cazador persigue la pieza a caballo llevando consigo una numerosa jauría. El origen de las razas británicas no es otro que las más antiguas razas francesas.
El primitivo tronco racial del que provienen foxhound, harrier y beagle es de los más antiguos de las islas británicas, pero no oriundo de las mismas. Desde antiguo está documentada la existencia de la entrada de sabuesos continentales en Inglaterra. Lo que resulta incuestionable es que Gran Bretaña seleccionó y forjó importantes variedades de estas razas, que forman parte de la realidad y la leyenda de la caza británica.
Los británicos seleccionaron sus sabuesos para la caza de persecución a la carrera en amplios espacios abiertos y por ello poseen mayor velocidad y resistencia que las razas francesas similares, pues su correctísima estructura física y construcción les permite el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo; por el contrario, su valentía no es tan destacada como en los sabuesos continentales.

Francia es tierra rica en perros de rastro; las tribus normandas que habitaban la Galia ya los utilizaban. En la foto, Gran Azul de Gascuña.
Los franceses consideran al beagle como un descendiente de su sabueso artesiano, un perro de mayores proporciones que el actual basset artesiano de Normandía, y que incluso llegó a tener un estándar aprobado por la F.C.I. hasta 1963. Finalmente quedó absorbido por el tipo basset, más adecuado para la caza de rastro que se viene practicando con esta raza. También pretenden que el nombre de la raza procede del francés antiguo ‘beigle’, que significa pequeño.
El sabueso artesiano, padre del sabueso británico, fue muy popular en el siglo XIX para correr la liebre y para la caza con escopeta. Era oriundo de la provincia francesa de Artois, al norte del país; se trataba de un sabueso de pequeña talla, huesudo, tenaz, que tenía las patas derechas. Aunque no existe documentación veraz sobre el tema, todos los indicios hacen suponer que los nobles normandos llevaron el sabueso artesiano a Inglaterra a partir del siglo XI. Desde la Edad Media Normandía estuvo más ligada a Inglaterra que a Francia y fueron varios los duques de Normandía que llegaron a ser reyes de Inglaterraentre los años 1006 y 1450.
El harrier nació proyectado para la caza exclusiva de la liebre como su nombre indica (‘hare’ es liebre en inglés) y se cree que desciende de otra raza francesa ya extinta, el talbot, que contribuyó también a la creación del San Huberto. Según una leyenda, el duque de Normandía, Guillermo el Conquistador, que conquistó Inglaterra en 1066 y reinó sobre los ingleses como Guillermo I, llevó los talbots a las islas británicas, pues era muy aficionado a cazar con ellos.

Los británicos seleccionaron sus sabuesos para la caza de persecución en amplios espacios abiertos.
También el basset hound, uno de los más conocidos sabuesos británicos, debe su origen a perros franceses, aunque en este caso sus orígenes son conocidos, pues la raza es de creación moderna. El sabueso artesiano, además de Artoix, estaba extendido en Normandía, con la diferencia de que en esta última región se daba preferencia a la variedad de patas torcidas (basetismo).
En el siglo XIX el conde francés Le Coulteaux de Cautelcu se propuso, en colaboración con su primo Henri Coutelx de Caumont, recuperar y conservar las razas de sabuesos, que se encontraban en crítica situación tras la Revolución Francesa de 1789, que puso fin a la vida de numerosos aristócratas y empujó al exilio al resto, abandonando sus posesiones y desbaratándose las grandes jaurías. De su trabajo nació el basset artesiano, ligero y de cabeza no muy grande. A su vez Louis Lane, cazador y criador de perros, había seleccionado el basset normando, un perro más sustancioso que el anterior. El cruce entre ambas líneas originaría el basset artesiano normando.
Algunos ejemplares fueron llevados a Inglaterra y, tras la siempre sabia selección británica, produjeron el moderno basset hound.
Razas francesas
Francia es el paraíso para cualquier aficionado a los perros de rastro. La cantidad y calidad de sus perros no tiene equiparación en ningún otro país. Éstas son Poitevin; Billy; Sabueso francés (blanco y naranja, blanco y negro, tricolor); Gran anglo francés (blanco y naranja, blanco y negro, tricolor); Gran azul de Gascuña; Gascón saintongeois; Grand grifón vendeano; Anglo-Francais de petite vénerie; Ariégeois; Beagle-Harrier; Chien d'Artois; Porcelaine; Pequeño Sabueso azul de Gascuña; Briquet grifón vendeano; Grifón azul de Gascuña; Grifón leonado de Bretaña: Grifón del Nivernais; Basset artesiano de Normandia; Basset azul de Gascuña; Basset leonado de Bretaña; Gran Basset Grifón vendeano; Pequeño Basset Grifón vendeano.
Francia es el paraíso para el aficionado a los perros de rastro; la cantidad y calidad no tiene equiparación en ningún país
Francia es tierra rica en perros de rastro, las tribus normandas que habitaban la Galia utilizaban perros que cazaban siguiendo el rastro y a los que los romanos llamaron canis sagaces. A lo largo de los años estos perros en su evolución van dado origen a las diversas jaurías de chiens courants que caracterizan la pequeña venatoria gala.
Se distinguen dos suertes de chiens courants, los de la gran venatoria, así denominada porque los cazadores persiguen las piezas a caballo acompañados de gran número de perros, y los de la pequeña venatoria, donde tres perros son suficientes para formar una partida. Los perros de la pequeña venatoria son de tipo basset.

La raza británica basset hound goza del reconocimiento de la FCI.
Los perros empleados en las chiens courants, como los grifones vendeanos, el gascón santongeois, los de Gascuña, los rojos de Bretaña o los del Franco-Condado, son perros de impresionantes cualidades cinegéticas. En estas razas, junto al tamaño original, se fueron seleccionando sujetos de menor talla, que finalmente constituirían las tres tallas estandarizadas de los perros de rastro franceses (normal, briquet y basset).
La generalización de las armas de fuego en el ejercicio venatorio contribuyó a una mayor apreciación de los basset, perros de recorrido más corto y cuyo ritmo de trabajo era más apropiado para no errar el tiro. Frente a la tradicional chasse a courre, en la que participan aristócratas a caballo y grandes jaurías de perros veloces, se difunde la chasse a tir, en que los perros de menor talla o pata corta hacen un mejor servicio al cazador al poder por su tamaño penetrar fácilmente entre la vegetación y desalojar la pieza.

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